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Argentina habla de crear un cartel del litio con Chile y Bolivia, semejante al de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). ¿Qué sentido y qué posibilidades de éxito tendría esta iniciativa?.
Los mayores yacimientos de litio del mundo se ubican en los salares andinos del triángulo fronterizo entre Argentina, Bolivia y Chile, con más del 50 por ciento de los recursos mundiales del llamado «oro blanco» identificados hasta hoy (los estimados llegan hasta el 70 por ciento).
«La propuesta de crear una OPEP del litio vuelve recurrentemente a la región», dice a DW Martín Obaya, director del Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT), en la Escuela de Economía y Negocios (EEyN) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Y recuerda que la idea se había lanzado ya hace una década.
Propuesta «tentadora», en un momento «llamativo»
El objetivo es coordinar los niveles de producción de los países con recursos de litio para influir sobre el precio. Esto generaría una renta económica mayor para los países productores, precisa el economista argentino. Además, Buenos Aires habla de fijar pautas de buenas prácticas para el desarrollo industrial sustentable y para el desarrollo científico y tecnológico.
A primera vista, la propuesta parece «tentadora», reconoce Obaya. El momento en que se lanza, sin embargo, «es llamativo, porque no hay un problema de precio. Los precios del litio se multiplicaron casi por diez en los últimos dos años y son nueve veces superiores al promedio del período 2010-2020», explica. La tonelada de carbonato de litio, central para producir baterías de vehículos eléctricos e híbridos escaló a 9.720 dólares a fines de mayo de 2021 y sobrepasa hoy los 80.000 dólares.
«Ineficaz» sin la participación de Australia
Dicho esto, el economista argentino subraya que los países sudamericanos fueron responsables, en 2021, de solo el 32 por ciento de la producción mundial de litio. Y «este dato es más relevante que el de recursos al momento de evaluar la efectividad de constituir un cartel, pues convertir recursos en producción lleva, en los casos exitosos, entre 7 y 10 años». Así que los intentos de afectar el precio a partir del control de ese volumen de producción «serán muy limitados», prevé.
Además, Bolivia no produce compuestos de litio (el «oro blanco» boliviano está muy mezclado con magnesio y su separación requiere tecnología de la que el país no dispone aún a gran escala). «Le llevará, en el mejor de los casos, algunos años poder hacerlo. Por ello, sería ineficaz la constitución de un cartel sin la participación de Australia», señala Obaya.
Australia es responsable, por sí solo, de más del 50 por ciento de la producción mundial. Y la vende en su totalidad a China, donde se refina en compuestos de litio, recuerda el también especialista en relaciones internacionales.
«Buen discurso político» con importantes barreras legales
Por si fuera poco, los países de la región tienen marcos normativos muy distintos entre sí, destaca el experto argentino. «Existen barreras de tipo legal muy importantes que no permitirían avanzar hacia la consolidación de ningún cartel en el triángulo de litio», coincide Juan Carlos Zuleta, expresidente del conglomerado estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), en entrevista con DW, tras calificar la iniciativa argentina como «una mala idea».
En el caso de Bolivia —sin producción comercial y cuyos recursos aún no son catalogados como reservas—, «sería una posibilidad, porque, efectivamente, el litio está en manos del Estado», opina el economista boliviano. Pero Chile «se maneja con un régimen de contratos con empresas privadas, que tendrían que ser modificados en caso de constituirse un cartel», compara su colega argentino.
En los contratos que rigen las dos operaciones chilenas en el Salar de Atacama, «no existe provisión alguna que permita al Estado chileno obligar a las empresas a participar en algún cartel. De hecho, no creo que estas empresas estén interesadas», explica Zuleta. «Una alternativa sería que la Comisión Chilena de Energía Nuclear, encargada de autorizar las ventas, regule las exportaciones», sugiere Obaya.
En el caso argentino, «la cosa es todavía más complicada, porque allí lo que existen son concesiones compradas por empresas privadas internacionales», considera el expresidente del YLB boliviano. Una vez otorgadas las concesiones, las empresas tienen el control de su producción. «Además, esta competencia está en manos de las provincias, que no se han mostrado favorables a la constitución de un cartel», añade el director del CENIT argentino.
Entonces, ¿cómo crecer con el litio?
«El principal problema que tiene Argentina» es su poca capacidad para gravar la renta económica que genera la minería de litio, concluye Obaya. Pese al aumento sostenido de la demanda y los precios del litio, «Argentina no ha logrado capturar una parte significativa de la renta extraordinaria», lamenta.
«Distinto es el caso de Chile que, con la renegociación de los contratos que hizo entre 2016 y 2018, estableció un sistema de regalías progresivo, que va de 6,8 a 40 por ciento, de acuerdo con el precio. Eso le permitió que la recaudación por la producción de litio supere por primera vez a la de cobre», resalta, recordando que Chile es el principal productor de cobre del mundo.
En resumen, «la idea de la cancillería argentina no pasa de ser un buen deseo y además un buen discurso político para tratar de mostrar que estos países pueden avanzar con paso firme de manera asociada», sostiene Zuleta.
Su contrapropuesta es la construcción de un «hub sudamericano de baterías y vehículos eléctricos«. Este incluiría empresas privadas y estatales del «triángulo del litio», para no excluir a Bolivia. Y sumaría al menos a otros tres países: Brasil, Perú y Colombia, «con todos los recursos estratégicos necesarios» para desarrollar esta industria del futuro, incluidos otros metales que ya empiezan a sustituir parcialmente al litio.
Un bloque así debería conseguir la producción sustentable de estos recursos, así como una asociación internacional con proveedores de alta tecnología —como Tesla, General Motors o Volkswagen—, para desarrollar y consolidar cadenas de valor en el mundo entero, sueña el expresidente de YLB. De lo contrario, «la alternativa es continuar siendo proveedores de materias primas. Y sería una lástima que el triángulo del litio desaproveche esta oportunidad tan importante».
FUENTE: DW